La chispa de Darío en el castellano.

La poesía es la expresión de sentimientos recónditos, el 6 de febrero de 1916 se apagaba la luz del poeta Rubén Darío, sus últimos minutos lo pasaba en León ciudad nicaragüense herencia de la conquista española, un poeta que revoluciono el léxico de la lengua castellana al que le es dado el titulo del Príncipe del Modernismo, el modernismo un movimiento que de cierta forma mostraba la rebeldía literaria que de forma poética se expresaba ámbitos sociales, romance y lo duro que es el vivir.

El legado de Rubén Darío en la literatura española es grande, cuando alguien estudia el lenguaje español debe leer a Darío. Un niño prodigio nacido en Metapa ahora Ciudad Darío puso en el eje a ese país humilde que es Nicaragua, desde joven el deseo de viajar de descubrir nuevos horizontes, describir a la sociedad desde una perspectiva social limitada, hacen que cuentos como El Fardo cobren un significado social relevante, su estancia en Sudamérica quedo en países como Chile y la Argentina ese país que emergía entre europeos, el sentir de Darío por ese país lo reflejo en su escrito:
“Canto a la Argentina”
¡Argentina tu día ha llegado! ¡Buenos Aires, amada ciudad, el Pegaso de estrellas herrado sobre ti vuela en vuelo inspirado! Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

Darío era un liberal que anhelaba la Unión Centroamericana, su liberalismo era la expresión de su fe en el progreso, la justicia, la libertad y la perfectibilidad del hombre.
Darío amaba Europa, su sueño era Paris la ciudad revolucionaria, con sus 25 años piso por primera vez esas tierras de donde brotaba sus inspiraciones provenientes del arte que envuelve Europa, eso hizo que recorriera la Francia de Víctor Hugo, la Italia de Dante, esas tierras de cultura infinita hicieron más real su poesía, un amor encontrado en tierras españolas dieron la fecundidad de tres hijos de los cuales solo uno le sobrevivió.
Cuando se habla de Darío, se habla de Nicaragua esa tierra de arte circunscrito donde los lagos y volcanes le dan su belleza, esa tierra del mestizaje europeo con indígena pero que a su vez es maltratada por la tiranía cíclica, como dijo Dario :
Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

¡Y estábamos solos, a la luz de una luna argentina, dulce, una bella luna de aquellas del país de Nicaragua!
Fragmento de “Palomas blancas y garzas morenas”


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